Se dice que una vida bien vivida es una vida comprendida. Estamos diseñados para buscar un sentido, no solo para sobrevivir, y en esta búsqueda es esencial conocer los mecanismos por los cuales funcionamos, pensamos, sentimos y guiamos toda nuestra existencia.
La evaluación y prueba de la personalidad nos ayuda a tener una imagen más clara de nosotros mismos, sobre lo que nos hace enfadarnos a veces, pero también sobre lo que nos ayuda a hacernos más fuertes. A menudo, sabemos que ciertas personas no nos agradan, pero no podemos explicar por qué. Sentimos que somos parte del mismo escenario que se repite y que constantemente terminamos en situaciones que nos hacen daño, pero no entendemos cómo. Tenemos ciertas sensibilidades que los gestos o las palabras de los demás activan instantáneamente, pero no podemos ser menos afectados por ellas.
La autoevaluación a través de pruebas psicométricas significa una preocupación por nuestro bienestar. Significa que queremos conocernos, con todas las vulnerabilidades, heridas y puntos de crecimiento que se activan en ciertas situaciones. Significa que queremos mirarlas y luego aprender a manejarlas. Que las enfrentamos y ya no huimos, porque sabemos de dónde vienen, qué las saca a la superficie y cómo gestionarlas en el futuro.